Si yo fuera Presidente

Si yo fuera presidente de El Salvador decretaría “Estado de Calamidad Nacional” el primer día de mi mandato, el vicepresidente sería alguien inteligente que me caiga mal, el secretario técnico de la presidencia sería un burgués bien intencionado, el ministro de gobernación sería un mecánico, mi secretario particular sería un relojero del parque 2 de abril (Hula-Hula), el canciller de la república sería un alcohólico en recuperación, la cartera de hacienda estaría indudablemente en manos de una ama de casa, haría ministro de economía a un vendedor informal, ministro de agricultura y ganadería a un campesino, un desempleado al que lo dejó su mujer sería el ministro de trabajo, el ministro de salud sería un enfermo terminal, la ministra de educacion sería la sirvienta que aprendió a leer solita, nombraría ministro de obras públicas al más mediocre de los ingenieros, el ministro de defensa sería el vigilante de mi colonia, medio ambiente estaría bajo la responsabilidad de un cantinero, el ministro de turismo sería un vendedor de lotería, la corte suprema de justicia la dirigiría un reo inocente, la fiscalía la ocuparía un abogado de corbata rota y ruedo descosido, el tribunal supremo electoral no me importaría quien – dejaría elegir a mi chofer-, la procuradora para la defensa de los derechos humanos sería la mamá de Kathya Miranda, el procurador general de la república sería un niño huérfano.

En la Corte de Cuentas pondría al que vende cd’s y dvd’s piratas en la 1ro de mayo siempre y cuando no fuera del PCN, el macizo del Anda sería el niño que camina tres kilómetros para jalar un cántaro de agua en Morazán, Cel de seguro sería para alguien de San Marcos Lempa, el superintendente de pensiones sería el casero de un billar que conocí en Cojutepeque, la silla de la Siget está reservada para un drogadicto de Ahuachapán, la superintendencia del sistema financiero se la daría al más endeudado del país o a una víctima del fraude de Finsepro-Insepro, BFA, Credisa u OBC, la de valores a algún extranjero aprovechado, el seguro social lo manejaría un busero de la 30-B, el director de la policía sería un travesti arrepentido.

Una puta de la avenida Independencia (”la Deysi”) sería la directora de centros penales, el director de Fonavipo sería un damnificado del huracán Stan, pondría al viejo que toca el violín en la calle Arce como presidente de Concultura, el director del zoológico nacional se lo encargaría a la niña que vende periquitos australianos en Las Pulgas, el encargado del Indes sería un nadador en silla de ruedas, la Fedefut estaría al mando de un minutero, la dirección de migración sería para un deportado oriundo del Golfo de Fonseca (mojado en su propia tierra), en las escuelas se impartiría inglés, alemán y chino de manera obligatoria.

Por cada mil personas habría una cancha de fútbol, dos de basquetbol, tres de beisbol y cincuenta mesas de billar. Además del Fovial y el Fosalud le cobraría un impuesto a los periódicos por cada error de ortografía y a los canales de televisión los multaría por transmitir programas como 4Visión, Chivísimo y Pop12, los ricos pagaran un centavo de dólar por cada mala palabra que dijeran los pobres, la independencia sería el día de mi cumpleaños, el único partido sería el JPP (Jodidos Pero Progresamos), le zamparía más azul a la bandera, el último viernes de cada mes se regalaría cerveza en los parques, la infidelidad sería un delito excarcelable, los tontos estarían exentos de impuestos, tasas y demás contribuciones de modo que habría que educarlos para aumentar las arcas del Estado, habría sólo cuarenta y dos alcaldes a razón de tres por departamento en vez de doscientos sesenta y dos, pero siempre habría ochenta y cuatro hijos de puta ganando un vergo sin hacer ni mierda.