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Y Vicky volvió a mi vida

Cuando conocí a Vicky Nasser hace algunos años ella era la típica niña chelita de las que me llamaban la atención. Nos hicimos amigos y conversábamos mucho, pasábamos tripiando un montón de cosas en el parque de su colonia y sentados en la acera de la calle principal.

En aquel entonces yo estaba sufriendo por una chera con la que había terminado una relación. Sufría porque todavía no comprendía la dinámica del amor y del desamor. Era tan ciego, tan tonto, tan humano.

Yo le compartía a Vicky mis cosas, le contaba cómo me sentía y lo que me pasaba. Ella me escuchaba y al mismo tiempo me contaba sus cosas.

Pasado algún tiempo dejamos de vernos y solo nos comunicábamos por el messenger. En una de esas conversaciones no sé qué me dijo ni qué le dije yo pero se encachimbó, me bloqueó y me borró de sus contactos. Me echó tierra en vida y se olvidó de mi.

Pensé que iba a ser una cuestión de días y que le iba a pasar rápido, le resté importancia y seguí con mi vida. Poco a poco se me fue olvidando y sin notarlo la perdí. Me acordaba de ella a veces y entonces me decía a mi mismo que iba a pasar a buscarla a su casa cuando anduviera cerca. Nunca lo hice. Solo le preguntaba por ella a su mamá cuando la miraba y le pedía que le enviara mis saludos.

La cosa es que hace unas semanas, después de casi dos años, le dije a su hermano que le preguntara si todavía seguía enojada conmigo. A los días me agregó de nuevo y hemos reiniciado nuestra amistad. Ella tampoco se acuerda por qué se enojó conmigo. Ya no importa. Lo pasado, pasado.

Es curiosa la forma en que dos personas se distancian por trivialidades. Estoy seguro que nunca fue su intención que esto ocurriera, tampoco la mía pero por alguna extraña razón ocurrió así.  Seguimos poniéndonos al día.

Vicky: Me siento contento de tenerte de regreso, me hacías mucha falta.

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