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A siete años de cuando el mundo dejó de ser el mismo

El martes 11 de septiembre de 2001 me levanté como a las 6 de la mañana porque tenía una actividad con mis compañeros de la universidad, íbamos a ir a inspeccionar un parque allí por Cumbres de Cuscatlán para la logística de una dinámica de clase que estábamos organizando.

Mi hermano mayor me vino a traer y me fue a dejar, me acuerdo que antes de irme estaba viendo CNN y comenzaron a pasar una y otra vez la noticia de que un accidente había ocurrido en una de las Torres Gemelas, especulaban que podría tratarse de un incendio, un avión militar o un helicóptero que se había estrellado, después dijeron que podría ser un misil enemigo o un avión comercial. El video era siempre el mismo: una de las torres echando humo.

Cuando comenzaron a transmitir en vivo fue que ocurrió lo que nadie esperaba y se vio el momento exacto en que un el segundo avión se estrella con la otra torre.

Cuando íbamos en camino pusimos las noticias en la radio, mi hermano decía que no estaba enterado, yo no sabía ni – me imaginaba- lo que estaba pasando en Ciudad de Nueva York, era todo tan confuso, tan raro. Cuando llegué al parque ya todos estaban allí, les conté lo que había visto y escuchado, nadie sabía nada, solo recuerdo que la Glorita dijo que medio había oído.

Hicimos la inspección del parque y luego regresé a la casa, encendí la tele y en todos los canales pasaban la noticia, comencé a enterarme que habían sido dos aviones comerciales, que no habían sido accidentes – cosa que era obvio- y que Estados Unidos estaba bajo ataques terroristas. Caos.

Ese día el mundo cambió y dejó de ser el mismo, no sé quiénes hayan orquestado todo – no descarto la teoría de la conspiración- pero lo que es un hecho es que fue la puerta de entrada justificada de los Estados Unidos en el Oriente Medio, una reelección presidencial de George W. Bush y su espeluznante caída en el apoyo de los ciudadanos, Afganistán e Irak invadidos, el primero por terroristas y el segundo por amenaza de armas de destrucción masiva, un Hussein muerto en ejecución cual plaza pública de la Francia del siglo XIX y gran parte de la explotación del petróleo controlado por los norteamericanos, las economías sufriendo severamente por las causas de la guerra.

Tenía razón Paulita Pike cuando nos dijo en su clase al día siguiente que el mundo cambiaría después de ese septiembre 11, pero la pregunta era: ¿Cambiaría para bien o para mal?

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