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El Salvador: El país donde la salud es un sueño

Niños de El Salvador

No entiendo cómo o por qué un salvadoreño tenga que soñar con tener salud, con soñar una silla de ruedas, con soñar poder tener un par de muletas, con soñar poder comprar las medicinas que necesita para vivir.

La Constitución dice en su artículo primero:

Art. 1. El Salvador reconoce a la persona humana como el origen y el fin de la actividad del Estado, que está organizado para la consecución de la justicia, de la seguridad jurídica y del bien común.

En consecuencia, es obligación del Estado asegurar a los habitantes de la República, el goce de la libertad, la salud, la cultura, el bienestar económico y la justicia social.

Una sociedad que no pueda garantizar elementos tan básicos como la salud no va hacia ninguna parte. Aunque sí, quizás sí… si no garantiza la salud – entre otras cosas básicas como la alimentación, educación, seguridad y vivienda- esa sociedad se va derechito a la mierda, de a poquito pero con toda seguridad.

La verdad es que la Constitución dice muchas otras cosas, interesantes todas, bonitas, soñables y hasta risibles cuando se comparan con la realidad.

El punto de este post es centrar mi preocupación de que la problemática se exponga en los medios con fines de entretenimiento y sea utilizada como instrumento de sensibilización masiva  con propósitos exclusivamente comerciales que conlleven al lucro disfrazando deliberadamente premios con altruismo para ganar aceptación.

Más alarmante todavía el ponerse a pensar cuántas de las personas que participaron en los casting para concursar soñaban con algún tema relacionado a la salud.

Empresas como TCS vienen utilizando irresponsablemente el impacto psicológico que se deriva de estos casos desde hace años para posicionar noticieros en los canales de su corporación promoviendo la solidaridad entre la población civil para ayudar a las personas necesitadas.

Creo que hay bandas tolerables y permisibles en esas invitaciones, pero los niveles actuales son completamente intolerables e indignantes. Ciertamente la ciudadanía debe contribuir a causas nobles y solidarias pero no para dar cobertura en la medida en que el gobierno sea incompetente para cumplir con sus propias obligaciones.

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