Varias veces he entrado sin ningún problema a estos clubes, me gusta ir, es más, anoche me encontré a unos cheros en frente de la entrada y les dije que ya los alcanzaba porque mi amigo Beto estaba hablando por teléfono. Luego las cheras bien bonitas que habíamos conocido en Code estaban allí sentadas y nos dijeron que no las habían dejado entrar así que les dijimos que entraran a Nvy con nosotros porque en Stanza ya no había nada. Cuando llegamos a la puerta no nos quisieron dejar entrar. Me emputé, son unos grandes pendejos esos majes. Beto me dijo que jamás le habían negado la entrada a algún club «Ni en los más exclusivos de Houston». Beto vive en Houston.
La vez pasada en noviembre, igual, andaba yo con un amigo dominicano y un chero que había venido de Nueva York, turistas ambos, y no nos dejaron entrar, no le tomé mucha importancia entonces, era la primera vez que no me dejaban entrar. Además yo quería ir a otro lado. Sin embargo, mi amigo dominicano con la arrogancia propia del hijo de un banquero les dijo molesto esa vez a los payasos de la entrada: «Acaso aquí mi plata no vale?!». Me quedé pensando en que era un punto de discusión interesante. Veníamos de pagar una cuenta de casi $300 en puro Johnnie Walker Blue Label en un restaurante de La Gran Vía. Ya en el carro me dice mi amigo de Nueva York que qué pura mierda son esos dos clubes de aquí. Le dije que sí: que son lugares chiquitos, apretados, encerrados y que no hay ni dónde sentarse, aunque sí hay mujeres.
Fuimos a gastar nuestro dinero a otro lado a cambio de un poco de diversión.
Personalmente creo que estos dos clubes deberían revisar sus políticas tan cacasas de clasismo (según ellos en su pequeño y limitado mundo).
Nos falta mucho en materia de turismo.