Tengo un par de años de conocer al Ing. Arturo Zablah, es una persona a la que respeto mucho por su hoja de vida académica, empresarial, familiar y como funcionario público. Es una persona agradable y con un gran sentido del humor, es muy inteligente y habla con una elocuencia admirable.
Las ideologías quedan a un lado cuando se trata de hacer esfuerzos para hacer de El Salvador un país mejor donde todos podamos convivir y participar con nuestros diferentes puntos de vista, diferencias que parten de la naturaleza del ser humano. Quedar atrapado en el fanatismo insustancial de las ideologías es algo que lamentablemente ocurre con demasiada frecuencia en El Salvador.
Desde que comencé a interesarme en el bienestar social allá por mis años de bachillerato en el Liceo Salvadoreño siempre he sido un crítico de algunas políticas públicas implementadas durantes las últimas gestiones gubernamentales, sentido mismo que agudicé al entrar a la escuela de negocios con una visión propia para analizar e interpretar las problemáticas de la realidad nacional.
Arturo Zablah ha sido uno de los analistas más críticos del gobierno, por eso me identifiqué con él y le di seguimiento a su participación en los medios de comunicación, principalmente en las entrevistas de opinión donde incluso Mauricio Funes lo invitaba como panelista por ser un empresario y especialista en los temas económicos. Un día, me encontraba yo en un hotel capitalino asistiendo a un evento cuando me di cuenta que en el salón más grande ese mismo día en un par de horas iba a estar Arturo Zablah presentando a la nación el movimiento Alianza por el Cambio. Decidí quedarme a escuchar ya que me interesaba.
Al terminar el evento avancé el mar de sillas hacia adelante, convencido de que lo que había escuchado era la mejor plataforma de país hasta ese momento – y hasta hoy-, la propuesta era El Salvador que yo quería ayudar a construir. Ya estando adelante y entre el bullicio de quienes hacían el coffee break en el pasillo esperé a que unos periodistas terminaran sus notas de prensa entrevistando a Arturo Zablah y luego me apresuré a abordarlo, estreché su mano y le dije que Alianza por el Cambio me interesaba, le pregunté de qué forma me podía sumar a ese esfuerzo… pero esa es otra historia.
Para mi y para mucha gente de todos los sectores de las fuerzas vivas de nuestro país (jóvenes, adultos y adultos mayores), Arturo Zablah es la garantía del cambio confiable que El Salvador necesita y por lo menos en mi caso personal si él no fuera candidato a vicepresidente seguramente yo no votaría por Arena el próximo domingo 15 de marzo. Yo confío en él, creo en su capacidad y liderazgo, en su transparencia. Tengo que reconocer también que Arena es un partido que se ha modernizado demostrando estar dispuesto a conciliar y compartir el poder, han aprendido que si no abren los espacios a otros sectores y permiten cambios sociales de corte estructural que transformen seriamente las condiciones de vida de la población, su credibilidad institucional estaría en aprietos.
Ciertamente creo que el círculo democrático pluralista que plasma nuestra Constitución se completaría con la alternancia en el poder y no tiene – o tendría- que ser algo traumático pero el cambio no se trata solo de quitar un partido y poner otro sino de las personas que están detrás de esos cambios en cada uno de los partidos en contienda.
Sé que muchas personas podrán tener otra opinión y por eso les pido que si dejan un comentario a este artículo lo hagan con el mayor de los respetos.


