
Desde los 12 años tenía bien claro lo que quería estudiar cuando fuera a la universidad, quería estudiar medicina para ser doctor y lucrarme del dolor ajeno.
No es cierto, aunque hubiera querido lucrarme, la carrera médica ya había perdido su mejor brío económico algunos años atrás para ese entonces. Conozco doctores en medicina graduados de la Universidad de El Salvador que por los azares y destinos de la vida se ganan el pan para su familia vendiendo electrodomésticos en algún almacén.
Siempre me gustaron las ciencias naturales, sigo siendo aficionado a la biología y a la química, gusto mucho del método científico para la investigación, la maravilla del cuerpo humano, la vida, etc. El componente de que esos cuerpos, esas vidas, son personas sentimentales, con sus propios entornos y ambientes, inevitablemente sometidos a condiciones y otras variables de orden social – del que todos formamos parte para bien o para mal-, moral, religioso, etc, es algo que encuentro particularmente motivador, el hecho de creer/desear que con mi ayuda se puede contribuir a sanar una enfermedad, eliminar un dolor o padecimiento, salvar vidas y todo lo que hacen los médicos honrados y éticos es para mi gratificante sobremanera.
Para mi la medicina hace de este mundo un lugar mejor para el que sufre físicamente y a quienes le acompañan solidariamente en esa travesía, les provee alivio.
El último año de bachillerato mi orientación vocacional cambió y me decidí por las ciencias económicas. Presenté mi examen de admisión en la Escuela de Medicina de la Universidad de El Salvador y fui admitido pero esa es otra historia, renuncié a esa posibilidad y jamás asistí al curso de preparación.
Quizás hubiera buscado especializarme en medicina forense o en pediatría pero el «hubiera» no existe.
«Quiero estudiar medicina» – Así me decía yo para mis adentros.
No estoy muy seguro de porqué cambié de opinión a última hora, quizás porque la carrera era más corta y yo tenía prisa por ganar dinero para hacer lo que mejor me pareciese. Inmadureces en mi historia personal, sin embargo, no me arrepiento.
A saber a cuántas personas hubiera podido ayudar.
Deseo enviarles un saludo a todos los estudiantes de medicina, échenle ganas, tienen una gran responsabilidad.
Para los que quieren estudiar medicina y no se deciden mi consejo es que si lo piensan demasiado mejor estudien otra cosa, la medicina no es algo que se piense mucho, se trae sí o sí.
Hasta pronto.
