Ana Canizález es una periodista que en los últimos nueve años ha trabajado en la unidad de comunicaciones institucionales del Ministerio de Economía llegando a ocupar la plaza de directora desde la gestión del ex ministro Miguel Lacayo (a quien mencioné en este post).
Al parecer la señora Canizález ha sido abordada por las nuevas autoridades del ministerio de economía – cuyo titular es el Dr. Héctor Dada Hirezi (por quien yo voté para diputado el pasado 18 de enero y hombre a quien yo considero honorable)- para pedirle que deponga su cargo por medio de renuncia.
Ante la negativa de la comunicadora de presentar su renuncia voluntaria, el señor Viceministro de Comercio e Industria Ing. Mario Cerna en compañìa del asesor Lic. Oscar Samayoa, según dicen en nombre del señor ministro, están presionándola para este fin. El problema es que hay un contrato de por medio que mantiene a Canizález en el cargo hasta diciembre próximo y en caso de presentar su renuncia ella perdería las indemnizaciones que por ley le corresponden.
El otro problema – para el ministerio- es que si la indemizan la plaza desaparecería temporalmente hasta que la cartera de Estado por medio de un tedioso e incomprensible procedimiento en el Ministerio de Hacienda restablecieran la plaza para que la ocupara la persona de confianza del nuevo ministro.
Soy de la opinión que el minsitro puede hacer una de cuatro cosas:
- Respetar el contrato y una vez caduque en diciembre otorgar la plaza a la nueva persona que fungirá en el cargo.
- Despedir a la señora Canizález e indemnizarla, seguir el procedimiento para restablecer la plaza y hacer el nuevo nombramiento.
- Hacer que la señora Canizález se mantenga en el cargo y justificar su despido por negligencia, incompetencia o qué sé yo dentro de unos meses antes de que termine su contrato para evitar pagarle su indemnización.
- Cesar a la señora Canizález reconociéndole su salario hasta que termine su contrato aunque no lo desempeñe y nombrar al nuevo funcionario.
Definitivamente yo optaría por la 1 o la 2. Me gusta más la opción 1 porque la verdad no es tanto una posición estratégica aunque debo reconocer que cierto nivel de confianza – y obediencia- se requiere.
Para qué incurrir en sulfuros o berrinches ideológicos que podrían restarle credibilidad al nuevo gobierno en el tema de estabilidad laboral me pregunto yo, si el mismo presidente Mauricio Funes se plantea como un fiel defensor de tales garantías.
Es mi punto de vista.