Un post a la memoria de Comache

Se me llenan de lágrimas los ojos de acordarme de mi querido amigo José García, mejor conocido como Comanche en el colegio. Lo recuerdo en una imagen tan clara y nítida. Lo recuerdo en varios momentos.

Tocamos juntos en el primer año de bachillerato, de hecho él fue el que me puso el apodo de Guasón cuando no entendió lo que el Churute le estaba contando de que esa mañana habíamos ido a jugar billar a ADEMAR pero esa es una historia que voy a contar otro día.

Una vez que estábamos virgueando a mediodía a la hora de la entrada me agarró el bolsón y lo tiró contra la pared por joder, con eso le quebró la pantalla a la calculadora gráfica marca Casio que mi papá le había comprado a FoFo para su universidad. Me llovieron puteadas en la casa. Obviamente él no podía saberlo y tampoco hubiera tenido la intención de hacerlo.

El Comanche me repuso la calculadora y aunque no me dio exactamente el mismo modelo ayudó a alivianar la situación.

En las vacaciones del primer año, cuando andaba con mi mamá en Almacenes Simán, el Comanche estaba trabajando allí y él nos atendió, le compramos todas las cosas a él para que le quedara la comisión. Bien contento se puso ese día porque dijo que casi no había vendido.

Salimos del colegio, empezamos la universidad, cada quien por su lado, nos miramos un par de veces a las quinientas y ya. Fue todo. La primera semana de noviembre del 2004, cayó un email al grupo de Yahoo! de nuestra promoción y nos enteramos de la noticia:

José García, el Comanche, había muerto en un accidente de moto.

Impactados todos.

Lo enterraron un día 8 de noviembre. Yo todavía lo recuerdo tan lleno de vida con su uniforme blanco riéndose al entrar al aula al comenzar las clases o al regresar de los recreos con esa manía que tenía de andarse agarrando el zipper del pantalón. Lo recuerdo alegre en las clases de literatura y de sociales. Me acuerdo cuando nos echábamos los cigarros con Osvaldo o Edwin en la tienda de Don Luis o en La Glupería. Las veces que caminábamos hasta el Gimnasio Nacional para ir a ver los partidos del Liceo Salvadoreño en los estudiantiles de basketball. Lo veo riéndose con Delvecchio, Deras y Larín.

Han pasado cuatro años desde que murió y sinceramente no recuerdo cuándo fue la última vez que lo vi o hablé con él. Tengo bien guardada la figura de cuando caminaba junto con su hermanito llevándole el bolsón y rodeándole el cuello con el brazo ahi por los jardines del Guirola. Hace como un año iba yo en el bus y me acordé de él de repente y tuve la sensación de que en verdad no estaba muerto, fue algo extraño, me llené súbitamente de incredulidad. La verdad es que no se puede creer que alguien tan alegre se vaya así porque sí a los 23 años.

Que este post sirva para honrar la memoria de José García. Amigo que marcó mi vida con sus bromas y alegría, a quien siempre voy a tener en mi mente y en mi corazón.