Schafik Jorge Hándal Hándal

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Con Schafick

Bueno, hoy se cumplen dos años del fallecimiento de este gran hombre, luchador inclaudicable de 75 años y sobre todo: salvadoreño. Digan lo que digan y diga quien lo diga, Schafik Hándal fue un tipazo le duela a quien le duela, era un conversador muy ameno, siempre aprendía uno algo con escucharlo hablar. Hay que entender que era humano.

– Schafik, mire, dice Paco que esta elección se queda en primera vuelta.

– Mirá, y cómo no va a decir eso si él es arenero, si socando está porque nadie lo quiere en su partido, ha sido un completo fracaso su administración. Vos levantate temprano y andá a votar con toda tu familia.

– Yo quiero decirle que lo admiro y que espero que la Providencia se manifieste el domingo. Este país necesita cambios.

– A mi me gusta ver que vos bien cipote y te interesa este bolado, tenés buenas ideas pero tenés que prepararte más, oís? fijate bien lo que te estoy diciendo, ya vas a ver te voy a recomendar unos libros.

– Ya me voy Schafik, cuídese y descanse.

– A mi no me gusta descansar, yo siempre estoy trabajando. Nos vemos pues.

Después de esa conversación no pasamos de saludarnos de manos, nunca había tiempo de hablar, él siempre estaba ocupado.

Me enteré de la noticia de su muerte por la televisión cuando entré a la oficina esa tarde y vi a todos viendo la tv en la pared. Qué cagada! – pensé- y me sentí triste.

El día de su velación en la funeraria vi cómo llegaban los camiones repletos de gente para despedirle.

Cuando pasé a verlo en el ataúd, estaba pálido y taciturno. Puse mi mano en su frente por un momento y pedí por su eterno descanso.

En la sesión plenaria donde estuvo su cuerpo sí se me salieron las lágrimas. Las palabras que dijo el diputado Dagoberto Marroquín en representación de la fracción del PCN fueron las que más hondo me llegaron por lo que dijo y por la elocuencia con que lo hizo.

“Schafik fue un hombre que trascendió las barreras del hombre común”.

Voy a ir a averiguar si tienen la grabación del audio de ese día.

Allí sentado le vi un pin con la bandera de Cuba a Orestes Ortez que estaba a mi derecha y como vió que me gustó el pin, me lo regaló. Todavía lo tengo ahí aunque se ha despintado un poco.

Después cuando lo tuvieron en la Universidad de El Salvador, también fui, hice cola y pasé a verlo ahí al auditórium de la Facultad de Derecho, fue rápido. Me partió el corazón ver cómo lloraba John, no era a moco tendido pero lo vi bien ahuevado.

Al sepelio no fui. Quiero ir al mausoleo en Los Ilustres y tomarme una foto, se las debo.

Descanza en paz Comandante Simón.

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