Sobre la noticia que ocupó la portada de La Prensa Gráfica el sábado pasado con la noticia de que nuestros ilustres diputados de la Asamblea Legislativa se aumentaron el sueldo porque desde 1997 no había un reajuste para ellos me parece un verdadero atropello y una burla a los ciudadadnos en general.
Creo que los diputados ganan lo suficiente como para que estén con esa actitud chupóptera sobre los impuestos de los contribuyentes. Yo no estoy de acuerdo en que se ocupe ese dinero para mantenerles el estilo de vida a semejantes holgazanes, tranceros y levantamanos. Considero que el salario actual de los señores diputados de la honorable Asamblea Legislativa todavía tiene vigencia para permitirles llevar una billetera de sanas finanzas y proporcional al alto cargo que desempeñan.
Es $1 millón 900 mil dólares anuales adicionales al presupuesto asignado por el aumento de los salarios (no incluye suplentes). Si dividimos eso entre un hipotético salario de $250 (superior al mínimo) sería suficiente para contratar 635 personas por un año en algún proyecto piloto, digamos, en un megataller de artesanías marca país para incentivar el turismo (qué se yo?, artesanías diversas, yoyos, muñequitos de barro, capiruchos en forma de pene o mantelitos multicolores) y que el excelentísimo ministro Rubén Rochi podría irlas a promover a Europa, Asia y Africa.
No me da la matemática: 635 > 84. Donde la primera cifra arrastra otros beneficios indirectos, generación de fuentes de empleo, salvadoreños con un mayor índice de necesidad, etc.
Hago pública mi molestia e inconformidad.
