Un post a la memoria de Gerardito

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Esta semana quiero dedicar un post cada día a honrar la memoria de algunas personas que conocí alguna vez, fui amigo de algunos de ellos, a los otros simplemente las circunstancias me hicieron compartir una breve relación tiempo y espacio pero a todos los recordaré por siempre con mucho cariño.

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Era abril del año 2001 cuando Lucía y Castillo me dijeron que fuéramos al parque de la Calle Motocross. Fuimos.

Creo que eran las cuatro de la tarde cuando llegamos al parque, Lucía tenía un hijo pequeño que nosotros llamábamos de cariño el «Pollito», pues el Pollito llevaba un su triciclo con el que anduvo haciendo y deshaciendo allí en el parque. Castillo se puso a jugar basketball con una mara que estaba alli, casi todos adolescentes. Yo tenía en aquel entonces 18 años, estaba recuperándome de la hepatitis y los dos terremotos habían sido solo un par de meses antes. De hecho, seguía temblando a veces y me iba a dormir a la casa de la Lucy y allí pasábamos hablando paja, resolviendo crucigramas y viendo qué hacíamos para no aburrirnos.

Llegó un momento en que me fui a sentar a los columpios, no había nadie en esa zona y a lo lejos miraba jugando a Castillo y por el otro a la Lucy cuidando al Pollito. Me dieron ganas de ir a buscar a mi primo que vivía allí cerca pero me dio hueva. En eso, se me acerca un niño y me dijo «hola», respondí con un «hola». El niño se sentó en el columpio de a la par y comenzamos a platicar, fue una conversación bastante chiva, sería mentir decir que la recuerdo a cabalidad pero sí me acuerdo – o tengo noción- de algunas de las cosas que hablamos.

El niño de unos 12 años se desenvolvía bien, se expresaba con naturalidad y era bien calmado, era imposible olvidar su nombre porque era la tercera persona que yo conocía que se llamaba así. Pausó la conversación un momento y se dirigió con autoridad a otro niño que estaba a unos escasos metros jugando con la grama y un carro que agarraba con una sola mano pero con dificultad. Supuse que era su hermano menor, cosa que me confirmó a los pocos minutos.

La conversación se extendió por casi una hora, le conté que tenía un primo que vivía a unas cuantas casas de alli y otros amigos. Luego llegó Lucía con el Pollito y estuvimos allí platicando. Los niños se despidieron porque los llamaron para que se entraran, eran casi las 6 de la tarde.

Dos meses después, el 21 junio de ese año para ser precisos, el niño pequeño que jugaba con su carrito murió en el operativo que el Grupo de Reacción Policial (GRP) ejecutó en Mejicanos para rescatarlo de sus secuestradores. En el mismo operativo murieron 2 agentes de la policía en el cumplimiento de su deber.

No logro capitalizar la experiencia de haberlo conocido, fue un shock tremendo, me da tristeza y me siento impotente. No puedo siquiera imaginar el dolor de su familia, tenía apenas 9 años.

Que este post sirva para honrar la memoria de Gerardo Miguel Villeda Kattán. Un ángel en el cielo sentado a la par de Dios.

Archivo de La Prensa Gráfica.
Archivo de El Diario de Hoy.
Archivo del Centro de Documentación Judicial.
Archivo del Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación.

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Alexanndra

:O me sorprende la capacidad de memoria que tenés cuando narrás eventos personales.